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Que la comida no amargue tus vacaciones

Hace poco leíamos que el 60% de las intoxicaciones alimentarias se producen en verano. La cuestión es que las altas temperaturas y el hecho de que comamos con más frecuencia fuera de casa aumentan los casos de infección y los síntomas propios, tales como vómitos, náuseas,  diarrea o calambres abdominales.

Aunque la salmonella es uno de los contaminantes más comunes, ya que sobrevive a una cocción inadecuada en muchos tipos de alimentos, como las aves, los huevos o la leche, hay muchas más causas que nos llevan a extremar la precaución, no sólo cuando optamos por comer fuera, sino también cuando preparamos alimentos para un día de playa o de campo, o incluso cuando nos alimentamos en casa.

Gestos como usar el mismo cuchillo para cortar la lechuga de una ensalada que la carne que vamos a cocinar forman parte de la ya popular ‘contaminación cruzada’ que conlleva la mayoría de las intoxicaciones alimentarias.

Atentos porque si habitualmente nos dejamos guiar por el olor, se nos pueden ‘colar’ en la lista de productos en buen estado algunos que no lo están. La fecha de consumo es uno de los principales indicadores, pero hay fases a la hora de conservar y preparar los alimentos que no nos podemos saltar, mucho menos durante estos meses que aprieta el calor.

Las intoxicaciones alimentarias más frecuentes (y conocidas)

  • Gastroenteritis: es una infección, no una intoxicación, que se contagia a través de alimentos o agua en mal estado o por el contacto con otra persona que la sufra. El dolor abdominal y la diarrea son los síntomas que más se repiten.
  • Salmonelosis: es casi tan frecuente en verano como las picaduras de insectos de las que os hablábamos hace poco. La salmonella se encuentra de forma natural en el intestino humano y animal, con lo que las heces se convierten en foco de contaminación de la comida y del agua. Los alimentos que mejor pueden propagarla son los huevos crudos (la mayonesa), las aves mal cocidas y todos aquellos alimentos que hayan sido cocinados, pero que se hayan dejado fuera del frigorífico durante varias horas.
  • E. coli: aunque pasa inadvertida en algunos casos, en otros esta bacteria ha provocado la muerte. En concreto, la E. coli O157:H7, al desencadenar graves enfermedades y hasta un fallo renal. La carne de ganado vacuno suele ser la principal vía de infección sobre todo “si se comercializa picada” o no se cocina lo suficiente, según leemos en este artículo de Webconsultas. Pero también se puede encontrar en la leche (no pasteurizada), el agua y los vegetales crudos que se hayan lavado con agua contaminada. En los casos más graves, la diarrea puede ir acompañada de sangre.
  • Campylobacter: estas bacterias viven en el tracto intestinal de animales de sangre caliente y por tanto se encuentran en los derivados de aves de corral y ganado. Según la OMS, provocan más diarrea que la Salmonelosis tanto en los productos desarrollados como en los que están en vías de desarrollo, pero es una intoxicación leve.

Otras como el Rotavirus, el Vibrio vulnifucus, el Norovirus  o la Shigella se encuentran en los mariscos y los alimentos crudos preparados para su consumo (aquí podéis leer más de ellos). En todos los casos, los niños, los ancianos y las mujeres embarazadas son la población más sensible a este tipo de intoxicaciones.

¿Cómo tratar las intoxicaciones alimentarias?

Si sufrimos alguna intoxicación alimentaria es necesario hidratarse correctamente. Se recomienda recurrrir a bebidas especialmente indicadas para aportar el nivel de líquidos y sales minerales que requiere el organismo. Podemos preparar una en casa con estos sobres de Suerobivos, recomendables para niños y adultos.

Si sufrimos alteraciones gastrointestinales que provocan diarrea y vómitos es aconsejable administrar sueros orales -o bioralsuero- para rehidratarnos y mantener los niveles de agua, electrolitos y microflora. Éste con sabor a fresa está indicado para adultos y niños.

Para restablecer el nivel de flora intestinal perdida en adultos tras sufrir diarreas se puede recurrir a complementos alimenticios con fermentos lácticos como Casenbiotic.

En líneas generales, beber y tomar alimentos ligeros pueden ayudarnos a facilitar la transición de la enfermedad.

Conservar bien los alimentos

¿Cómo prevenir las intoxicaciones alimentarias?

Tanto en casa como en los restaurantes debemos ser muy cuidadosos con los alimentos que comemos en verano.  Evitar comer fuera productos no cocinados y ser muy exigentes con el agua que bebemos pueden salvar nuestros estómagos durante los vacaciones.

Para extremar la precaución debemos:

  • Respetar la fecha de caducidad.
  • No romper nunca la cadena de frío de un alimento: esto supone dejar para el final la compra de frescos y congelados en el súper y llevarla inmediatamente a casa, pero también cuidar de este proceso cuando nos llevamos la comida fuera.
  • Cocinar bien productos como la carne: por mucho que nos guste poco hecha, es mejor que el calor llegue hasta el interior de la pieza.
  • Lavarnos bien las manos cuando vayamos a manipular alimentos o a comer.
  • Lavar bien verduras y hortalizas.
  • Vigilar la contaminación cruzada: esto es no usar cuchillos o tablas de cortar para varios tipos de alimentos sin limpiarlos debidamente.
  • Fregar bien el plato en el que hayamos batido el huevo.
  • Almacenar en el frigorífico por separado y bien tapados carnes, pescados y verduras.

En este artículo de El Diario.es enumeran las intoxicaciones alimentarias más comunes dependiendo del lugar al que viajes. El riesgo más alto está en países de Asia, Oriente Medio, África, México y América Central y del Sur, pero también hay que informarse sobre las más frecuentes en el resto de lugares del planeta.

Desde Farmacia Santamaría os recomendamos seguir todos los pasos para prevenir cualquier intoxicación vayas donde vayas en verano, pero también en nuestros hogares. Y visitar al médico en caso de sospecha por intoxicación, especialmente si los síntomas no remiten.

Para cualquier consulta o duda al respecto, en nuestro departamento de Nutrición y Dietética estaremos encantados de ayudaros. Y ya sabéis ¡Que los sabores del verano no pasen factura a vuestro estómago!